Lucía, la vendedora de ilusiones – Parte I

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Aun siendo temprano, sólo se escuchan estrepitosos los pasos de los transeúntes que corren tras la lluvia, el frío de la tarde se apodera del ambiente y del corazón de Lucía, que sentada tras el estante de su tienda, mira pasar sus recuerdos, cuando sus ilusiones aun estaban en lo más alto del cielo, cuando su juventud en su mayor ímpetu le decía que la felicidad aun era posible, que podía llegar a ser lo que nunca fueron sus padres.

Hola Mami, llegué empapado !! – Le grita con la respiración entrecortada Luisitio, su hijo de 9 años, mientras entra corriendo a la tienda, con su gran maletín rojo en su espalda,  sacándola de su pequeño letargo.

Hola hijito mío, ven entra y te paso una toalla para que te seques –  Cariñosamente le increpa Lucía a su hijo llevándolo al interior del cuarto de administración de la tienda.

Luisito es el hijo menor de Lucía, estudia 5o grado en las tardes, en una escuela pública a pocas cuadras del negocio de su madre. Es un niño cariñoso, algo retraído después de la muerte de su padre Gonzalo, en un accidente automovilístico hace 3 años.

Aun con el fuerte aguacero cayendo sin compasión en la calle, llega Manuel, el otro hijo de Lucía, que con solo 17 años tuvo que dejar sus estudios de bachillerato, para colaborarle a su madre en su tienda Vendedora de ilusiones, luego que su padre falleciera.

Hola madre, acabé de dejar el domicilio donde doña Margarita – Le dice Manuel a su madre, con el agua escurriendo por su delantal amarillo de la tienda.

Muy bien Manuel, pasa también a secarte con Luisito, les tengo aguapanela caliente para que se reincorporen – le dice Lucía con su acostumbrada ternura.

Esta tarde era muy especial para todos, Marcela, la hija mayor de Lucía, acababa de tener a su primer bebé varón, y pronto llegarían a casa.

Marcela nunca tuvo intenciones de estudiar, se casó con su novio Iván sólo cuando tenía 18 años, y ahora a los 19, tenían su primer bebé, entre las penumbras que desde esa época hasta ahora, le ha dejado su desventurado matrimonio.

Hoy cerrarían más temprano, deberían llegar temprano a casa para alistar el cuarto de Marcela, y la cuna que con tanto esfuerzo pudieron conseguir para ese bebé que era la nueva ilusión de la familia.

Apúrate con ese nuevo pedido, tenemos que terminar pronto antes que llegue Marcela – Le dice con voz enérgica Lucía a Manuel para que organice el último pedido de abarrotes que llegó en la mañana.

Yo también ayudo – le dijo Luisito a su hermano, con esa alegría que sólo se ve cuando hay un acontecimiento especial a la vuelta de la esquina.

A pesar del ajetreo que las 7 de la noche trae al negocio de Lucía, ella no deja de pensar en su hija, en la nueva etapa de su vida que ahora comienza, todos los retos que no sólo ella va a tener para criar a su hijo, sino también para toda la familia, que sin duda, no van a dejarla sola, aun sabiendo que Iván, el esposo de Marcela, no es un dechado de virtudes y responsabilidades.

Parte II
Parte III
Parte IV
Parte V
Parte VI
Parte VII

 

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