El Cobre (Cu) está presente en el cuerpo humano, sobre todo, en el sistema nervioso, en el higado y en la sangre. Entre sus funciones (similares al hierro), el cobre es necesario para la producción de ARN, para la formación de glóbulos rojos de la sangre y para la estructura ósea.
Trabaja equilibradamente con el zinc y la vitamina C para formar colágeno y elastina. Está presente en los procesos curativos y cicatrizantes al intervenir en la generación del colágeno que forma el tejido conectivo de la matriz ósea.
De igual manera, en el metabolismo de las proteínas, en el aparato circulatorio y en el refuerzo de las defensas del organismo. Forma parte de muchas enzimas. Produce energía, da coloración a la piel y al pelo. También, influye en la sensibilidad al sabor.
Para tener nervios saludables es importante consumir este mineral a través de los alimentos que lo contienen. Uno de los primeros signos de deficiencia de cobre es la osteoporosis. El hierro no funciona sin la presencia de una pequeña cantidad de cobre y, además, estimula su asimilación.
Forma la combinación hierroproteína de la hemoglobina que lleva oxigeno a los tejidos. Es más efectivo cuando se combina con otros minerales orgánicos, con el cobalto y el zinc.
Son fuente natural de cobre, el aguacate, frijoles, lentejas, soya, brócoli, coliflor, col rizada, espinacas, espárragos, papas, rábanos, repollo, remolacha, nuez de nogal, almendras, avellanas, semillas girasol, maní, banano, ciruela, naranja, mora, piña, uvas pasas, grosella roja, algas marinas, mariscos, germen de trigo, arvejas, tomates y brevas; en cereales integrales como cebada y avena, y en el diente de león.
Los alimentos que contienen hierro son los que proveen de sales minerales orgánicas de cobre. La naturaleza suministra esta combinación en equilibrio.
Fuente: Diccionario Naturista – Naturaleza y Vida